Tras la MudDay me había quedado con ganas de más obstáculos, más barro y por supuesto, más retos, con lo que el pasado 27 de junio tocó Gladiator Race, 26 obstáculos y 9 kilómetros. ¿Su lema? “No pain, no gain”, creo que anticipaba un poco lo que nos esperaba.
Por suerte (o desgracia, según se mire) ese día lucía un sol espléndido pero abrasador en Santiago de Compostela, y en el Monte do Gozo, lugar donde se desarrollaba la carrera, se avecinaba un tiempo infernal.
Allí nos plantamos dispuestos a conquistar obstáculos extremos, terreno duro y vivir una experiencia inolvidable. No voy a negar que mis expectativas fueran elevadas y las ganas de correr indescriptibles.
Ante la atónita mirada de los peregrinos que se dirigían a conquistar la Catedral de Santiago, nos dispusimos a salir en nuestra tanda y defendiendo el color que nos había tocado (lavanda). No os engañéis, salimos dispuestos a devorar los más temidos obstáculos.
Lo describían como “un infierno” y lo cierto es que la sensación que me transmitió fue la de disputar un trail de montaña más que una carrera de obstáculos. Las dificultades no me parecían complicadas, si bien es cierto que mi única referencia era la carrera en Toledo. Tramos excesivamente largos en los que no había obstáculos, mucha pendiente, mucha montaña y disfrutándola por ello pero lo cierto es que eché en falta tramos más complicados donde poder poner a prueba mis límites.
Casi 2.000 personas nos reunimos a disfrutar de un día inolvidable y sobre todo divertido. Alcanzamos la gloria, conquistamos la meta y obtuvimos la tan ansiada camiseta y medalla “finisher”.
Pero bueno, ¿acaso lo dudabais? 😉
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