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“El Trail Volta a Illa de Ons no te lo puedes perder”. Así empezaba mi historia con este trail hace unas semanas y es que mi compañera Marta, que ya lo había corrido el año anterior, me convenció para vivir otra carrera de montaña más, por primera vez en una isla y cuando Esteban, desde Prueba-t me ofreció la posibilidad de probarlo ¿cómo iba a decir que no?
Al tratarse de la isla de Ons, las vistas ya estaban aseguradas y solo con eso, el trail ya merecía la pena. Pistas y tierra con una distancia de unos 20 kilómetros. He dejado de ver perfiles y recorrido y no fue hasta que me vi en carrera cuando supe que se trataban de dos vueltas, una de 10,5 km y otra de aproximadamente 9.
Eso de pasar por el mismo sitio dos veces o más corriendo…no me convence mucho, por no decir que no me convence nada. Se trata de un factor psicológico al que no termino de enfrentarme y no me gusta. Me gusta sentir que voy dejando atrás los kilómetros que corro. Pero el recorrido cierto es que al tratarse de una isla de tamaño medio, no permitía otra cosa.
El traslado hacia la isla lo realizamos en barco y teniendo en cuenta que el día anterior soplaba un viento descomunal, os podéis imaginar cómo se meneaba la embarcación. ¿Y qué ocurrió? Lo que yo ya sabía: mareo asegurado.
No fui la única que sufrió los estragos del bailoteo del barco y aunque me libré de vomitar y tuve casi dos horas para recuperar previas a la carrera, algo me decía que me esperaban más sorpresas.
No me encontraba muy bien del estómago pero con los más de 300 participantes y otros tantos que iban a hacer una vuelta caminando, salimos corriendo con un cielo nublado, ¿perfecto? para correr ese día (bueno, eso pensaba).
Por suerte no pegaba mucho el sol pero la temperatura era demasiado elevada. Eso o yo me encontraba tan mal que me parecía que sudaba a mares. Salí acompañada de Pablo que tiraba de mí a trancas y barrancas y lo cierto es que si no llega a ser por él, me habría unido a los caminantes de la andaina en el primer momento que nos cruzamos con ellos.
Aún a pesar del calor, los avituallamientos estaban perfectamente colocados: kilómetro 4, 8, 11 y 16, lo que facilitó que no tuviéramos que ir cargados con mochila de hidratación.
Lo que para Pablo era un paseo, para mí se convirtió en una tortura. A ratos podía disfrutar del paisaje (espectacular por cierto). Pero la mayor parte del recorrido lo pasé mirando al suelo y concentrándome en no vomitar. Mientras Pablo me animaba, yo sentía que pesaba 200 kilos a cada zancada que daba y la cabeza no me ayudaba: “¿Y después daremos otra vuelta igual por aquí?”
La carrera era preciosa, las vistas de la ría increíbles pero es una carrera para correr. No nos engañemos, en un trail se corre, por supuesto. Pero no es el tipo de trails a los que estoy acostumbrada y me gustan. Cada uno tiene su prueba fetiche y a mí me gustan los trails con buenas cuestas, río de por medio, el típico cortafuegos que te deja fundido y recorrido técnico huyendo de pista.
No sabría decir si el 50% de los corredores llevaba zapatillas de asfalto, lo que os puede dar una pista del tipo de terreno. Para esos corredores rápidos y quemazapatilla, el terreno era perfecto. Para mí, que soy una piedra dura y resistente, me resultó pesada.
Pero no era mi día y tras la primera vuelta, en el kilómetro 10,5 me tocó abandonar. A punto estuve de continuar y lo sopesé durante unos segundos pero tenía el estómago totalmente revuelto.
Sentí mucha pena y rabia por no poder continuar pero a veces, toca dejarlo. Y abandonar no significa estar derrotado. Sencillamente no fue mi día.
Aún a pesar de todo, volvería el año que viene a esta carrera porque el ambiente es estupendo. Muchos corredores y caminantes acompañados de sus familiares y amigos. Muchos de ellos animando en diferentes puntos de la carrera, organización de 10, señalización perfecta en cada punto y el punto supremo: LAS VISTAS. Solo por ellas, merece la pena.
Gracias a Prueba-t y Corredoiras Bueu por darme la oportunidad de seguir conociendo Galicia a través de sus trails de montaña. ¡Un placer!
Ahora toda descansar al menos 15 días hasta el próximo trail, esta vez en el Courel y hasta entonces, las zapatillas se van a quedar aparcadas en favor del bañador y las ruedas de la bici. ¡Nos vemos en la próxima!
Test de producto: BASE 25, vaselina deportiva